Es un día particularmente veraniego en la ciudad de Bogotá, Colombia. El cielo es azul y el sol brilla en lo alto, mientras a las afueras de una parroquia se estaciona un auto negro y lujoso del que se baja Margarita vestida de novia, sin que se le vea el rostro y ayudada por Beto, su hermano quien también va vestido muy elegante.
La música de marcha nupcial empieza a sonar y Margarita acompañada por su hermano se adentra a la iglesia hacia el altar. Todos los invitados se levantan de sus bancas, pero se sorprenden al ver la cara de Margarita, mientras que en el altar espera un hombre alto, vestido de novio y de espaldas.
Cuando la joven llega, Beto se va a su banca y su novio voltea para verla, aunque a él tampoco se le ve el rostro. Finalmente, el novio retira el velo que cubre el rostro poco agraciado de Margarita, sonriendo y estirando sus labios para que su novio la bese, pero de repente, el glorioso sueño se le acaba cuando su jefe la mueve para despertarla y ella sigue con la cabeza recostada en su puesto de cajera, haciendo el mismo gesto con los labios.
El jefe: (moviéndola) ¡Oiga usted, señorita! Estas no son horas de andar durmiendo. Despiértese (Molesto).
Margarita se despierta soñolienta y se estira como si nada.
Margarita: (bostezando) ¿Qué pasó, jefe?
Jefe: ¡Ah! ¿Quiere saber qué paso? ¡Que está despedida! (Se va).
Margarita abre los ojos como platos cuando escucha a su jefe y sale tras él para detenerlo.
Margarita: (alertada) ¡Espérese jefecito! Usted no me puede echar, así como así. Yo no hice nada.
Jefe: ¿Le parece nada dormir en horas de trabajo? Suficiente la he aguantado con que me espante a los clientes que entran a esta boutique de tanto renombre con esa cara.
En efecto, Margarita trabaja en una boutique que diseña y vende vestidos de novia y otro tipo de trajes elegantes. Andrea llega caminando en ese momento con una notable petulancia acompañada de una asistente, logrando percatarse de lo que pasa
Margarita: Mil disculpas, de verdad. Yo le juro que no me vuelvo a dormir en mi puesto, pero no me eche, por favor. Necesito el trabajo (Hace súplica con las manos).
Jefe: ¡No! ¡Y cuando digo no, es NO! (Grita tanto que asusta a Margarita) ¿Me entendió? Por aquí no vuelva más.
Margarita: (resignada) ¿Y mi paga de esta quincena?
Jefe: No se la merece por mal trabajadora. ¡Lárguese de una buena vez!
El jefe se va muy molesto y Margarita frunce el ceño.
Margarita: (molesta) ¡Pero no es justo!
La muchacha toma unos papeles que hay en la caja, los arruga formando una bola y se la tira a su jefe, dándole en la cabeza. Margarita al ver lo que hizo, sale huyendo muy asustada, tanto que se tropieza de hombro con Andrea.
Andrea: (molesta) Esta gente siempre tan maleducada… Menos mal despidieron esa mujer de tan mal gusto y espero que seleccionen mejor en los empleados que contratan en mi boutique para evitar este tipo de situaciones (Le dice a su asistente).
La asistente asienta con la cabeza. De repente, suena el celular de Andrea, a lo que ella deja de caminar y al ver en la pantalla de quien se trata, sonríe y contesta.
Andrea: ¡Mariela! Qué gusto atender tu llamada. ¿Cómo estás?
INT. / STYLES, OFICINA DE MARIELA / DÍA
Mariela se encuentra sentada en el interior de su oficina.
Mariela: Muy bien, hija. Te llamaba porque hay un asunto que me preocupa con respecto a los proveedores de tu boutique. Me informaron que hay unos atrasos en la entrega de los artículos que ordenamos y cómo entenderás, eso afecta nuestra asociación significativamente.
La mujer toma unos documentos y sigue hablando.
Mariela: Más que todo me preocupan las pérdidas que estos atrasos generan en la empresa. Recuerda que nosotros somos los distribuidores y este tipo de atrasos a ti tampoco te son convenientes.
Las escenas de cada una se intercalan en cuanto hablan.
Andrea: Cuánto lo siento, ni siquiera yo sabía nada, pero me voy a encargar de inmediato de averiguar lo que pasa. Es que tengo mil cosas en la cabeza y últimamente mi relación con Matt va de mal en peor.
Mariela: (extrañada) ¿Por qué lo dices?
En ese momento, se enfoca a Matt, quien va conduciendo su auto deportivo y descapotable por las autopistas de la ciudad, usando gafas de sol y ropa informal.
Andrea: ¡Ay Mariela! (Suspira) Matt cada día está más distante conmigo. Apenas nos vemos y ya casi ni me llama. He llegado a pensar que nuestra relación ya le vale lo mismo. Todo esto me tiene muy estresada…
Mariela: Cuánto lo siento, pero te prometo que voy hablar con él seriamente hoy a ver si cambia esa actitud por la que va (Molesta). Lo único que ha hecho desde que se graduó de su posgrado en economía es andar de fiesta en fiesta.
Andrea: ¿Lo ves? Yo lo amo tanto y sin embargo él nunca me ha correspondido de la misma forma. Prefiere hacerme a un lado por salir con esos amigos de quinta que tiene, a veces siento que nunca me ha querido.
Mariela: Matt siempre ha sido algo frío y no es de compromisos. Dímelo a mí que lo conozco desde que tenía dos años cuando me casé con su padre, pero tú tranquila. Trata de no presionarlo y espera a que hable con él esta misma tarde. Puede que poniéndole un ultimátum se decida a cambiar.
Andrea: Créeme que nada me gustaría más que eso, Mariela… Ver un cambio en Matt. ¡Mil gracias! No sé qué haría sin ti.
Andrea dibuja en su rostro una sonrisa de malicia.
INT. / CASA DE LOS ROMERO / DÍA
Entretanto, Lorenza y el padre Armenteros están en la sala, sentados en diferentes sofás. Él se toma un café y ambos platican.
Lorenza: Me agrada mucho su visita, padre. Últimamente no me he sentido muy bien y por eso no he podido ir a misa.
Armenteros: Entiendo. ¿Has estado muy enferma? (Bebe un sorbo de su café).
Lorenza: Más o menos, pero desde hace unas semanas estoy tomando una medicina que me recetaron cuando fui al doctor. Con eso espero mejorar, ya veremos...
Beto aprovecha la distracción de su madre para meterse en su cuarto y hurgar entre sus cosas. Encuentra algo de dinero y sonríe satisfecho para luego guardárselo en el bolsillo del jean. Luego sale del cuarto y va a la sala.
Beto: Voy a salir ma' (La besa en la mejilla).
Lorenza: ¿A dónde vas?
Beto: Voy a estar con unos amigos y vengo a la noche, no te preocupes. En un rato vengo.
Lorenza: Está bien, pero no vayas a llegar muy tarde. Ve con Dios.
Beto sale de la casa y justo entra Margarita cabizbaja después de haber sido despedida.
Margarita: (desanimada) Hola mami. Ya llegué.
Lorenza: Qué bueno que llegas, Margarita. Mira quien nos visita.
Margarita: (sonriendo desanimada) Padrecito. Qué bueno verlo. ¿Cómo está?
Padre Armenteros: Bien hija. Gracias, pero no puedo decir lo mismo de ti. Te veo triste.
Lorenza (extrañada): ¿Qué te pasó, Margarita? ¿Por qué vienes así?
Margarita: Nada. No se preocupen. Es que... Me dieron vacaciones en el trabajo (Miente).
Lorenza: ¿Vacaciones? A ver, alza la cabeza y mírame a los ojos (Margarita obedece a su madre). Te despidieron de tu trabajo, ¿no?
Margarita se queda en silencio y sólo asienta con la cabeza.
Lorenza: Me lo imaginé. ¿Por qué nunca puedes conservar un empleo? ¿Qué tienes en la cabeza, muchacha? (Exasperada).
Armenteros: Lorenza, por favor. Deja de regañarla. Ella no tiene la culpa.
Lorenza: Discúlpeme padre, pero me angustia esta situación. Con Margarita desempleada no vamos a tener dinero para pagar tantas cuentas, el alquiler de la casa, las facturas... (Se agita).
Margarita: (preocupada) Mami, no te pongas así. Por eso no te quería decir la verdad. Mañana me pongo en la tarea de buscar otro trabajo, pero no te angusties que no te hace bien.
Armenteros: Yo te puedo ayudar, Margarita. Tengo una amiga que te puede dar trabajo en su empresa.
Margarita: ¿De verdad, padrecito?
Armenteros: Claro, es sólo cuestión de que la llame y le pida ese favor. Estoy seguro que no me lo va a negar (Le sonríe a Margarita).
Lorenza: ¡Ay padre! Usted siempre tan querido. Se lo agradecería mucho.
Armenteros: Sólo dejen que vaya a la casa parroquial para buscar su número y llamarla (Se levanta del sofá apoyándose en su bastón) Es muy posible que ella te haga la entrevista de trabajo esta misma tarde, Margarita.
Margarita: Ojalá que sí, padrecito. Me urge cualquier trabajo, sea de asistente o secretaria. No importa (Le sonríe).
INT. / STYLES, OFICINA DE MARIELA / HORAS DESPUÉS
Mariela está en su oficina, organizando unos documentos cuando de repente tocan la puerta.
Mariela: Adelante.
Matt entra a la oficina de su madrastra y cierra la puerta tras sí. Mariela al verlo deja de hacer su trabajo y esboza una sonrisa.
Mariela: Ah, Matt. Eres tú. Siéntate, por favor.
Matt: Fuiste tú quien me dijo que viniera. ¿Qué pasa? (Se sienta frente a ella).
Mariela: Necesito hablar contigo de algo muy importante. Se trata de ti.
Matt: (extrañado) ¿De mí?
Mariela: Verás... Hablé con Andrea esta mañana y me comentó cómo van las cosas contigo.
Matt: (suspirando) Ya me imagino qué tanto te habrá comentado.
Mariela: Entonces si te lo imaginas, habrás de saber que tu actitud está llegando a un mal punto. Ya tienes veintiocho años y aún no has sentado cabeza.
Matt: Si eso me lo estás diciendo por Andrea, déjame decirte que ha sido ella la culpable de que nuestra relación no funcione con sus estúpidos celos y su paranoia.
Mariela: Pero es que no te lo estoy diciendo solamente por ella También es porque me siento preocupada por ti y pensé en proponerte un trabajo aquí en la empresa. ¿Qué te parece?
Matt: ¿Un trabajo? (Ríe levemente). Tú sabes que trabajar no es lo mío, nunca me ha gustado.
Mariela: No se trata de que te guste o no. Es para que empieces a hacer algo productivo y tomes consciencia del rumbo por el que vas.
Matt: Yo no necesito tomar consciencia de nada, Mariela. Gracias por la oferta, pero así como vivo estoy bien, sin compromisos. Es más, pienso hablar con Andrea mañana mismo.
Mariela (seria): Muy bien, si esa es tu última palabra, entonces tendré que quitarte mi apoyo económico para que sepas lo que es trabajar para tener dinero.
Matt: (sorprendido) ¿Qué?
Mariela: Lo que acabas de escuchar. Tienes que aprender a valerte por ti mismo con tu esfuerzo sin depender de mí.
De repente, suena el teléfono y Mariela lo contesta.
Mariela: ¿Sí? (Hace una pausa) Está bien. Hazla pasar (Cuelga) Bien Matt. Te puedes retirar y espero que me digas lo que decidiste para esta noche.
Matt no dice nada, se levanta molesto y sale con una expresión seria en rostro al tiempo que Margarita, quien espera de pie lo alcanza a ver fascinada y se le queda mirando. Parece que el tiempo se detiene para ella y una fuerte impresión por Matt la invade. Él sin embargo ni siquiera la echa de ver y sigue su camino subiendo al ascensor.
Secretaria: (a Margarita) Puedes entrar.
Margarita: (reaccionando) Gr… Gracias...
Margarita entra a la oficina de Mariela, pero se queda mirando para atrás a Matt, hasta que las puertas del ascensor se cierran y ya no lo puede ver más. Un par de minutos después, Mariela ha terminado de revisar la hoja de vida, o también conocida como currículum vitae, de Margarita. Las dos están sentadas, separadas por el escritorio en el medio.
Mariela: La verdad no me arrepiento de haberle dado un "sí" al padre Armenteros. Me pareces una buena muchacha muy capacitada para el puesto, Margarita (Le sonríe).
Margarita: Muchas gracias, doña Mariela. Yo ya había trabajado antes en algunas empresas y tengo experiencia con el cargo de secretaria y como usted pudo ver en mi hoja de vida, me gradué con honores del curso de mecanografía.
Mariela: Entiendo. ¿Y no te gustaría aspirar a algo más que ser secretaria?
Margarita: Claro que sí. Me gustaría mucho estudiar contaduría y me siento muy capacitada y con el perfil para seguir avanzando profesionalmente. Ya ve usted que no seré la más bonita, je, je, je, pero si de algo estoy segura es de mis capacidades.
Mariela se queda impresionada con la respuesta de Margarita.
Mariela: (sonriendo) Muy bien, Margarita. Yo creería que no necesitamos darle más larga a este proceso, así que bienvenida. Tienes el trabajo.
Margarita se emociona en gran manera y trata de decir algunas palabras, pero por aquella misma emoción no puede.
Margarita: (muy feliz) Mu… ¡Muchísimas gracias, doña Mariela! ¡Le prometo que no se va a arrepentir!
Mariela se enternece al ver la reacción de Margarita y no deja de sonreírle.
Margarita: Es que usted no se imagina lo mucho que necesitaba este trabajo. Yo no sé si el padrecito Armenteros le comentó, pero justo hoy me despidieron de mi otro trabajo en una boutique de un centro comercial y… El pago no era muy bueno, no me alcanzaba para mucho.
Mariela: Es con todo el gusto del mundo, además me llegaste como caída del cielo, porque es muy posible que vayas a ser la secretaria de mi hijastro, por lo que comienzas mañana.
Margarita: Entonces mañana voy a estar aquí bien temprano a primera hora.
Margarita se levanta todavía muy emocionada y contenta. Mariela también se pone de pie y se acerca a ella para darle un abrazo de despedida en tono amigable. Margarita le corresponde, pero por alguna razón, a ambas las invade una sensación extraña y fugaz, que se deshace cuando Margarita se aparta.
Margarita: Que tenga buen día, doña Mariela. Hasta mañana.
Mariela: (consternada) Hasta mañana, Margarita.
La joven sale de la oficina y Mariela vuelve a sentarse en su silla pensativa por el abrazo.
Mariela: Esa muchacha y su mirada... Tengo la sensación de que ya la había visto antes. ¿Pero dónde? (Hace una pausa) ¡Qué locura! Deben ser tonterías mías.
Es cuando Mariela tiene un recuerdo doloroso de hace muchos años.
FLASH BACK
AÑO 1994
Mariela, siendo una muchacha joven y sencilla, le entrega a otra mujer que está de espaldas una niña pequeña, envuelta en un manto y llorando.
Mariela: (llorando) Te agradezco en el alma lo que estás haciendo por mí, amiga. Cuídamela mucho ahora que no tengo cómo mantenerla. Voy a volver lo más pronto posible.
Mariela llorando desconsolada, mira a su hija con culpa y se va caminando apresurada. El rostro de la otra mujer que recibió a la niña es nada más y nada menos que el de Lorenza, siendo también más joven.
FIN DEL FLASH BACK
Mariela deja de recordar y saca de bolso un relicario, que se abre en dos y se puede colgar en el cuello. En él, hay una foto de un bebé.
Mariela: Mi hija... (Derrama un par de lágrimas discretas). ¿Qué pudo haber sido de ti?
Mariela sonríe levemente entre lágrimas apretando el relicario con su mano.
INT. / PARROQUIA / DÍA
Entretanto, Lorenza está dentro del confesionario con el padre Armenteros.
Lorenza: Padre. Hay algo que tengo que confesar. Es un secreto que he guardado durante años sobre Margarita.
Armenteros: (sorprendido) ¿De Margarita?
Lorenza: Ella… (Dudosa) Ella no es mi hija. Todo este tiempo le he mentido.
La confesión sorprende en gran manera al sacerdote. Lorenza comienza a llorar.
Lorenza: Yo se lo quería decir esta mañana que me fue a visitar a mi casa, pero llegó ella y ya no le pude decir nada. Margarita no es mi hija de sangre.
Armenteros: (muy impresionado) Es muy delicado lo que me cuentas. ¿Cómo fue que pasó todo, Lorenza? ¿Te la dieron en adopción?
Lorenza: (limpiándose las lágrimas) No, todo pasó porque hace muchos años tenía una amiga... Mariela Díaz. Ese es su nombre...
El padre Armenteros se sorprende todavía más al oír el nombre, pues Mariela es su amiga, la misma a la que llamó para que le diera trabajo a Margarita.
Lorenza: Ella en ese entonces era una mujer muy pobre. Había quedado embarazada y cuando tuvo a Margarita ni siquiera tenía qué darle de comer. Por eso me la entregó a mí para que la cuidara mientras podía conseguir un buen trabajo.
Armenteros: Dios mío. ¿Pero acaso ella nunca te buscó de nuevo para averiguar por Margarita?
Lorenza: Tal vez, pero para entonces yo ya me había encariñado mucho con ella. Empecé a verla como si fuera mi hija y no se la quise devolver, así que me fui lejos para que no supiera nada de mí (Llorando).
El sacerdote niega con la cabeza y continúa escuchando a Lorenza.
Lorenza: El padre de Beto, nunca estuvo de acuerdo con que criara a una niña que no era su hija y me lo recalcó varias veces; me amenazaba con irse de la casa si yo no abandonaba a Margarita; me ponía a decidir entre él y la niña, y al final yo me decidí por ella. Ni siquiera le importó dejar a Beto, hasta ponía en duda si era su hijo, pero esa historia ya la sabe usted...
Armenteros: El caso es que lo que hiciste no tiene nombre, Lorenza. ¡Le arrebataste su hija a esa mujer! ¿Qué derecho tenías?
Lorenza: (desconsolada) Yo sé padre. Me duele mucho recordar todo eso. Cometí un error muy grave y por eso le pido perdón a Dios. Tengo miedo de que en cualquier momento me pase algo y me muera con ese pecado cargando en mi consciencia.
Armenteros: (después de una pausa) Es increíble. ¿Tú sabes que la sangre siempre llama a la sangre? Justo ahora Margarita y Mariela se debieron haber reencontrado.
Lorenza: (sorprendida) ¿Por qué lo dice?
En ese momento, mientras Armenteros habla, se enfoca a Margarita en el interior de un bus; va sentada y mira por la ventana en silencio a la vez que sonríe levemente por haber conseguido el empleo.
Armenteros: Lorenza... Mariela Díaz de Uzcátegui es la amiga a la que le pedí que le concediera una entrevista de trabajo a Margarita. ¿Te das cuenta?
En el confesionario, Lorenza se impacta al escuchar eso y abre los ojos como platos. Respira agitada y se toca con cierta molestia el brazo derecho sin poderlo creer.
Finalmente, la noche cae en Bogotá y se puede ver en vista panorámica la sabana de la ciudad iluminada por imponentes edificios y cientos de vehículos que transitan por las calles y avenidas.
La escena se traslada al Aeropuerto Internacional El Dorado donde un hombre, al que sólo se le ve del tronco para abajo, camina hacia el área de equipaje.
Hombre: Buenas noches. Quisiera reclamar mi equipaje.
Encargada: Sí claro. ¿Cuál es su nombre, por favor?
En ese momento, de abajo hacia arriba se ve el rostro de aquel hombre, que viste elegantemente y con un cierto glamour.
Erick: Erick… Mi nombre es Erick Dupont (Sonríe con sagacidad).
INT. / TABERNA / NOCHE
Por otra parte, Beto está reunido con unos amigos en una taberna de mal aspecto. Todos consumen alcohol, al tiempo que ríen eufóricamente y juegan parqués. La música suena a alto volumen y hay otra gente en la taberna bailando.
Beto: (riendo) Uy, les gané otra vez. Como que la plata que le saqué a mi mamá me trajo suerte esta noche, muchachos. ¿Con qué me van a pagar, ah?
De repente, una muchacha se acerca a él de forma provocativa, se sienta en sus piernas y lo besa apasionadamente. Beto se queda perplejo al tiempo que su grupo de amigos hacen escándalo riendo por ello.
Uno de los amigos: Usted sí que tiene suerte, hermano. Con semejante mamacita qué más va a pedir (Le pega unas palmadas en el hombro).
La muchacha le muestra a Beto una bolsa diminuta transparente que contiene un polvo blanco y le sonríe pícara a lo que Beto se muestra fascinado.
EXT. / CALLES / NOCHE
Lorenza se dirige a su casa. Viene de la parroquia y camina despacio notablemente angustiada por las calles del barrio humilde donde vive, sin embargo. se siente agitada y deja de caminar, llevándose la mano al pecho.
FLASH BACK
Armenteros: Lorenza... Mariela Díaz de Uzcátegui es la amiga a la que le pedí que le concediera una entrevista de trabajo a Margarita. ¿Te das cuenta?
FIN DEL FLASH BACK
Lorenza: (dejando de recordar) ¿Quién lo iba a pensar? Este es el castigo que estoy recibiendo por lo que hice.
La mujer respira cada vez más agitada y hurga entre su bolso buscando algo.
Lorenza: (jadeando) La medicina… Margarita me dio plata para que la comprara. ¿Dónde la puse?
Lorenza sigue buscando, pero no encuentra nada, ya que Beto se lo había robado aquella mañana; se siente tan mal que se apoya en un poste, hasta que cierra los ojos y se desmaya. Una mujer robusta, que viene caminando por esa misma acera, al ver a Lorenza inconsciente, corre hacia ella.
Agustina: (preocupada) ¡Doña Lorenza! ¡Ay doña Lorenza! ¡Auxilio! ¡Ayúdenme, por favor! (Gritando) ¡Llamen una ambulancia!
Algunas personas se acercan por los gritos de Agustina y la ayudan a levantar a Lorenza del piso.
INT. / HOSPITAL, SALA DE ESPERA / NOCHE
Margarita llega corriendo muy preocupada a la sala de espera del hospital. Agustina también está ahí.
Margarita: Doña Agustina. Vine en cuanto me avisaron en el barrio. ¿Cómo está mi mamita?
Agustina: Ay mija. Todavía no me han dicho nada desde que la trajeron.
Margarita: ¿Cómo fue que usted la encontró desmayada en plena calle? ¿Qué le pasó?
Agustina: Yo venía caminando cuando la vi de lejos muy pálida, la iba a saludar y de repente se desmayó. Unos vecinos y yo la trajimos en taxi.
Margarita: (desesperada) ¡Ay Dios mío! No permitas que le pase nada a mi mamá (Ruega mirando hacia arriba).
En ese momento, se acerca a ellas una enfermera.
Enfermera: Disculpen. ¿Familiares de la señora Lorenza Romero?
Margarita: Yo soy su hija. ¿Cómo está mi mamá, señorita?
Enfermera: Logró reaccionar, pero se encuentra muy delicada del corazón. En este momento está en terapia intensiva y pide hablar con usted.
Margarita: (sorprendida) ¿Conmigo?
Margarita entra a la habitación de Lorenza con una ropa especial. Lorenza se encuentra en su cama, bastante débil, conectada a un electrocardiograma y a un tanque de oxígeno. La mujer luce pálida y Margarita al verla así siente literalmente cómo se le arruga el corazón.
Margarita: Mamita, aquí estoy, ya verás cómo te vas a poner bien pronto (Intenta sonreír).
Lorenza: (débil) Margarita, hija. Tienes que... (Se detiene fatigada).
Margarita: Es mejor que no te esfuerces en hablar. Descansa, ya luego me dices.
Lorenza: Esto no puede esperar Margarita. Yo tengo... Yo tengo que decirte algo muy importante.
Margarita: Pero mami...
Lorenza: (muy fatigada) Escúchame, por favor. Te lo pido... Escúchame.
Margarita: Está bien. Dime (La toma de la mano).
Lorenza: Tú no... Margarita. Quiero decirte que tú no...
Lorenza no puede hablar más y el electrocardiograma aumenta de actividad.
Margarita: (asustada) ¡Ay, ayuda! ¡Doctor, enfermera! ¡Mi mamá se puso mal!
El doctor encargado y una enfermera entran a la habitación. El primero se dirige a estabilizar a Lorenza.
Doctor: (a Margarita) Tiene que salir de aquí, señorita.
Margarita: ¿Mi mamá se va a poner bien, doctor? Dígame
Enfermera: Luego le daremos noticias, pero salga por favor. Usted no puede estar aquí.
La enfermera acompaña a la salida a Margarita y ésta se ve obligada a retirarse, aunque se queda mirando para atrás muy preocupada a la que cree su madre.
INT. / CASA UZCÁTEGUI, COMEDOR / NOCHE
Mariela está cenando sola en su lujosa casa, ubicada en una de las mejores zonas de la ciudad. Matt entra en ese momento al comedor.
Matt: Hola Mariela. ¿Te molesta si hablo contigo un momento?
Mariela: Claro que no, adelante.
Matt toma una silla y se sienta a la mesa. Luce algo serio.
Mariela: Bien Matt. Cuéntame qué decidiste finalmente ¿Vas a trabajar en la empresa o no? (Se lleva un bocado de comida a la boca).
Matt: Lo estuve pensando toda la tarde y decidí que sí, aunque todavía no estoy muy convencido, pero no tengo opción después de lo que me dijiste.
Mariela: Matt, tú sabes que lo hago por tu bien y porque a pesar de que no seas mi hijo, yo te quiero como si lo fueras (Pone su mano sobre la de él).
Matt: (sonriéndole) Yo sé y para mí también eres como mi madre y te aprecio como tal, así a veces me jales las orejas, je, je, je.
Mariela: (riendo) ¡Qué cosa contigo! Pero me alegra muchísimo que al final aceptaras mi ofrecimiento.
Matt: Por ahora lo que me preocupa es el cargo. Tú sabes que podré haber estudiado mucho, pero no tengo nada de experiencia laboral.
Mariela: En eso pensé, así que me pareció apropiado que comiences con el cargo de director ejecutivo antes de pasar a ser vicepresidente que es un cargo que requiere de muchísima responsabilidad.
Matt: Me parece perfecto, Mariela. Yo creo que Styles no pudo caer en mejores manos después de que mi papá murió y hoy es lo que es gracias a ti.
En ese momento irrumpe la empleada doméstica de la casa.
Empleada: Disculpen. En la sala está esperando un joven. Dice ser primo del joven Matt.
Mariela: (extrañada) ¿Primo?
Matt: Qué raro, se supone que yo no tengo parientes en el país. Vamos a ver de quién se trata.
En la sala, Erick espera de pie algo ansioso y lleva consigo una gran maleta, cuando es atendido por Mariela y Matt.
Mariela: Buenas noches.
Erick: ¡Bonne nuit! (Buenas noches).
Matt: (sorprendido) ¿Tú no eres…?
Erick: (emocionado) Sí Matt, soy yo… Erick.
Matt: Me toma por sorpresa que estés aquí. Pensé que estabas en Francia. ¿Cuándo llegaste?
Erick: Hace unas horas. El viaje desde Francia se me hizo eterno y apenas llegué tomé un taxi para venir a verlos. Tú debes ser Mariela, qué gusto conocerte en persona (Le da la mano y ella le corresponde extrañada).
Matt: ¡Ah sí! ¡Qué tonto! Me había olvidado. Mariela, él es Erick. Tal vez mi papá nunca te haya hablado de él, pero somos primos en cierta forma.
Erick: Exactamente. Mi padre que en paz descanse fue primo del padre de Matt. Él y yo habíamos tenido contacto antes por Internet y nos hicimos buenos amigos.
Mariela: Entiendo. En ese caso, mucho gusto en conocerte, Erick (Le esboza una sonrisa). La verdad es que nos toma por sorpresa tu visita.
Matt: Yo digo lo mismo. Debiste habernos avisado o algo para haberte ido a recibir en el aeropuerto.
Erick: Bueno, es que tuve unas cuantas dificultades y además esta no es una visita formal. Pienso radicarme aquí en Colombia, porque mi situación en Francia empeoró terriblemente desde que… (Baja la cabeza) Mi mamá murió.
Mariela y Matt se sorprenden al escuchar a Erick.
Mariela: Mi más sentido pésame por ello. Me imagino lo duro que fue para ti.
Erick: Lo fue, Mariela… Mi mamá había sido diagnosticada de cáncer y empeoró después de que mi papá se suicidó y nos dejara sin nada. Matt ya conoce esa historia. El caso es que acudo a ustedes, porque son mi única familia en estos momentos y no tengo a dónde más ir.
Matt: ¿Y cómo fue que lograste viajar si no tenías dinero?
Erick: Tuve que vender muchas cosas. La casa, los lujos… Me quedé inclusive sin celular para escribirte y comentarte del suplicio por el que estaba pasando (Sollozo). Ese dinero sólo fue suficiente para cubrir los gastos del viaje, pero ya no tengo más. Prácticamente estoy en la calle.
Matt: Bueno, siendo ese el caso, no creo que haya problema en que te quedes con nosotros un tiempo. ¿Qué dices, Mariela?
Mariela: (indecisa) Eh... Bueno, yo… Tampoco no tengo ningún problema (Le sonríe forzada).
Erick: ¿De verdad, Mariela? (Le sonríe entre lágrimas muy emocionado).
Mariela: (asentando con la cabeza) Sí Erick. Creo que tenderte una mano es lo mínimo que podemos hacer por ti en estos momentos. Es más, me puedes ver como una tía. Después de todo somos familia.
Matt: (sonriéndole) Así es. Como ya te dijo Mariela, no te vamos a dejar solo. Puedes contar con nosotros.
Erick: (muy conmovido) ¡Muchísimas gracias! No saben lo mucho que significa eso para mí. Los dos son muy buenos conmigo.
Erick se dirige a abrazar a Mariela, a pesar de que a ella en el fondo no le ha simpatizado mucho. Matt, por otra parte, sí le extiende los brazos con simpatía para darle un abrazo y Erick sin dudarlo le corresponde, aunque a sus espaldas, sonríe satisfecho y con picardía.
Erick: (pensando) Justo como lo planeé. Me voy a asegurar de que seas mío, Matt Uzcátegui. Vas a ser mi pasaporte para recuperar lo que perdí a como dé lugar.
Erick se queda sonriendo con esa misma picardía a espaldas de Matt sin que Mariela lo note.
CONTINUARÁ…
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