EXT. / STYLES / NOCHE

Margarita está afuera de Styles, esperando de pie en la parada de autobuses junto a otras personas. La muchacha mira su reloj de muñeca cuando un auto para al frente de ella. La persona que lo conduce baja la ventanilla. Es Matt.
Matt: Oye, Margarita...
Margarita: (sorprendida) ¡Matt!
Matt: ¿Ya te vas para tu casa?
Margarita: Eh, sí… Estoy esperando el bus que me deja más cerquita de donde vivo.
Matt: Entonces sube (Le abre la puerta del asiento copiloto).
Margarita: (confundida) ¿Cómo que suba?
Matt: Eso mismo, súbete. Yo te llevo hasta tu casa. Es una forma de compensarte lo mucho que me ayudaste hoy en la oficina.
Margarita: ¡Ay Matt! Es un bonito gesto de tu parte, pero no te molestes. Me daría muchísima vergüenza contigo.
Matt: Para nada, no tienes por qué sentir vergüenza. Yo te llevo con mucho gusto y así te ahorras el dinero del pasaje para el bus. ¿Qué dices?
Margarita se queda unos segundos pensativa y accede asintiendo con la cabeza.
Margarita: Está bien (Le sonríe tímida). Pero que sólo sea por hoy. Yo no me quiero pasar de aprovechada contigo.
Matt: Yo no pensaría eso de ti, porque sé que eres una persona muy amable y aparte somos amigos, y los amigos se echan la mano, ¿no?
Margarita: (riendo) Tienes razón.
Margarita se siente emocionada por las palabras de Matt, pero trata de disimular. La poco agraciada joven se sube al asiento del copiloto con Matt, cierra la puerta, se pone el cinturón de seguridad y él arranca.
INT. / DISCOTECA / NOCHE
Isabela está en una de las discotecas más concurridas de Bogotá, bailando frenéticamente entre la gente al ritmo de la canción que suena a alto volumen en aquel instante y en medio de luces neón.
Isabela: (alzando los brazos) ¡Uh! ¡Yo soy la reina de la noche, mis niños! Síganme los pasos.
La diva parece estar algo ebria y todos en la discoteca gritan eufóricos bailando al ritmo de la canción. Isabela no es la excepción y se mueve de una forma exageradamente ridícula pretendiendo ser sensual. Los jóvenes de alrededor la miran raro. Llega a un momento en que deja de moverse al ver a un hombre joven sentado al lado de la barra que llama su atención.
Isabela: (saboreándose) ¿De dónde salió este bizcocho?
Isabela se unta el dedo índice con un poco de su propia saliva y se retoca las cejas. Luego, se dirige a la barra donde le arrebata al hombre una copa de licor que estaba bebiendo y se la bebe ella de un solo sorbo.
Isabela: Hola guapo. ¿Cómo estás?
El hombre: Perdón, ¿nos conocemos?
Isabela: Me encanta que pretendas hacer de cuenta que este es un encuentro espontáneo entre los dos, pero relax, mi corazón. Hace rato que noté esas miradas indiscretas que me lanzabas desde lejos.
El hombre: No sé de qué ha…
Isabela: (interrumpiéndolo) ¡Shh! Calla, no digas nada (Le pone su dedo índice en los labios). Dime mejor, ¿estás solo?
Una mujer joven interviene y toma de la mano al hombre.
La mujer: Él viene conmigo y es mi novio, abuela. ¿Por qué la pregunta?
Isabela: (indignada) ¡Oh santo cielo! ¿A quién chulos le dijiste abuela, culi sucia?
La mujer: A usted. ¿No se ha visto en un espejo? Ya está muy pasada de años para que venga a estos sitios para jóvenes.
La gente de alrededor empieza a curiosear, ya que el tono de voz de las involucradas en la discusión se alcanza a escuchar debido al volumen tan alto de la música. Isabela se ríe con hipocresía y acto seguido, le propina un brutal golpe en la nariz a la mujer que la deja sangrando.

Isabela: (seria) Eso es para que sepas qué tan "abuela" estoy, queridita.
Isabela sale de la discoteca, caminando con imponencia y elegancia. Va al estacionamiento subterráneo y sube a su auto de color púrpura. La diva enciende el motor y acelera, mientras pone a alto volumen la canción "Todos me miran".
Isabela: “Y todos me miran, me miran, me miran, porque sé que soy joven, porque todos me admiran. Y todos me miran, me miran, me miran, porque hago lo que pocos se atreverán. ¡Y todos me...!
Isabela para de cantar cuando ve que a pocos metros hay un retén de la policía de tránsito, practicando pruebas de alcoholemia.
Isabela: ¡Por todos los cielos! ¡Es la policía de tránsito! Tengo que retroceder para que no me vean...
Pero justo en ese momento, un policía le toca la ventanilla. Ella hace una mueca de susto y no ve de otra que bajar la ventanilla sonriendo forzada.
Isabela: ¿Sí, oficial? ¿Qué se le ofrece?
Policía: Estamos practicando una prueba de alcoholemia, señora...
Isabela: ¡Señorita! (Le corrige con aire de prepotencia).
Policía: En fin... Como le decía, le estamos practicando una prueba de alcoholemia a todos los conductores por la incidencia de accidentes que ha habido últimamente. ¿Podría usted soplar durante unos segundos aquí? (Le pone al alcoholímetro al frente).
Isabela: No puedo, oficial (Empieza a toser) Ay... Es que no he estado bien de salud. Tengo una tos infernal. ¡Cof, cof, cof! (Tosiendo fingidamente).
Policía: Eso no es problema. Lo único que tiene que hace es soplar en el alcoholímetro para saber si usted posee algún grado de embriaguez.
Isabela: ¡Para nada! Yo estoy perfectamente sobria (Miente para que no la multen). A parte, no quiero contagiarle a otro conductor esta tos tan horrible. ¡Cof, cof, cof!
Policía: Es mejor que coopere y sople el alcoholímetro o me veré obligado a pedirle que se baje del vehículo.
Isabela: Pero ya le dije que estoy sobria. ¿O es que me quiere requisar para aprovecharse de mí y tener la oportunidad de manosearme? ¡Puerco!
Policía: (molesto) Mejor baje del auto.
Isabela hace una expresión de molestia ante la orden del policía, pero cuando está a punto de bajarse señala hacia adelante alertada.
Isabela: ¡Oh santo cielo! ¡Ese ladrón se robó el bolso de aquella anciana!
El policía mira hacia atrás, por lo que ella aprovecha la distracción y acelera.
Policía: (alertado) ¡Ey, señorita! ¡Deténgase! (Corriendo tras el auto). ¡Atrápenla!
Los otros policías de tránsito se le interponen en la carretera a Isabela, aunque a ella no le importa y se los lleva por delante. La diva, aterrada, ve por el retrovisor el desastre que hizo.
Isabela: (sacando la cabeza por la ventanilla) ¡I'm sorry, mis corazones! Luego les mando rosquillas a la estación de policía en compensación (Les grita a los policías).
Isabela vuelve a meter la cabeza y logra perderse de vista, suspirando aliviada.
Isabela: ¡Uf! Estuve cerca.
De repente, un muchacho se le cruza en la carretera a Isabela y ella trata de frenar, pero no lo logra y por accidente lo atropella.
Isabela: (desesperada) ¡Por mi madre! ¿Ahora qué hice?
Isabela se baja muy asustada de su auto y ve al tipo que atropelló tendido en el suelo e inconsciente.
Isabela: (aterrada) ¡Lo maté! Oh santo cielo. ¡Lo maté! Puedo ir presa con todo mi historial delictivo de esta noche. ¿Qué hago con el cuerpo?
Isabela mira que alrededor no haya nadie mirándola y arrastra al hombre de los pies hasta subirlo en los asientos de atrás de su auto haciendo un gran esfuerzo de manera que se le rompe la ropa interior.
Isabela: ¡Uf! ¡Listo! (Se limpia el sudor de la frente). Mañana pienso qué hacer con el cuerpo y con estos calzones. Por lo pronto me tengo que ir de aquí antes de que me vean.
Hombre: (aturdido) ¿Qué pasó?
De repente, Isabela tira la puerta bruscamente, golpeando en la cabeza al hombre, que se vuelve a desmayar.
INT. / AUTO DE MATT / NOCHE
(Escuchar de 0:00 a 1:44)
Entretanto, Margarita y Matt todavía van en el auto del segundo y siendo conducido también por él. Hay silencio entre ambos, por lo que Matt la mira y decide romper el hielo.
Matt: ¿Por qué tan callada, Margarita? ¿En qué piensas?
Margarita: En nada importante. Es que ya ve usted que soy bastante tímida, no acostumbro a tratar con mucha gente y no sé a veces ni siquiera qué tema poner de conversación.
Matt: Tal vez te hace falta conocer y salir un poco más. Digo, ¿no?
Margarita: Tiene razón, pero es por lo mismo que ya hemos hablado sobre mí (Se acomoda los lentes). Yo siempre trato de ser amable con todo el mundo, pero no recibo el mismo trato la mayoría de las veces.
Matt: Conmigo eso va a ser diferente. En serio me gustaría mucho que pudiéramos ser amigos y si de pronto llegas a sentir ese trato en la empresa, no dudes en hablar conmigo.
Margarita: (sonriendo) Gracias por eso, doctor. Lo voy a tener en cuenta.
Matt: ¿Qué te dije esta mañana, Margarita? Deja eso de decirme “doctor” y de tratarme de usted.
Margarita: (riendo) Bueno, está bien. Lo voy a intentar.
Matt: Cambiando de tema, ayer terminé con Andrea, mi novia, ¿sabes?
Margarita: (sorprendida) ¿Por qué le terminaste?
Matt: Ya no siento lo mismo que sentía por ella al principio cuando la conocí.
Margarita: ¿O sea que ya no la quieres?
Matt: Bueno, sí la quiero, pero como una amiga. Lo que pasa es que en un principio me llegué a sentir enamorado de ella, pero creo que eso no fue más que una simple atracción pasajera.
Margarita: Pues a lo mejor sí fue lo que dices, porque para mí el amor verdadero no se acaba, aunque sí tiene altibajos, pero no se acaba así suene cursi...
Matt: No, al contrario. Me parece muy interesante tu punto de vista. Muchos creen lo mismo que tú y a lo mejor te sorprenderá, pero yo también.
Margarita: ¿Tú también crees en el amor verdadero?
Matt: Sí, pero a diferencia de ti, yo pienso que sí se puede acabar y hay factores que pueden determinarlo, por ejemplo, los celos, la falta de confianza...
Margarita: Es verdad, pero ahí es donde hay que tener en cuenta que el amor no es cosa de uno solo, sino de dos para que se pueda dar.
Matt escucha con atención a su secretaria, interesado en lo que ella dice.
Margarita: Cuando es así, ni los celos ni la falta de confianza van a dañar una relación, porque sencillamente no hay manera de que tales cosas existan si dos personas se quieren de verdad.
Matt: (sorprendido) Jamás lo pensé de ese modo, pero tienes toda la razón. El punto es que lo que sentía por Andrea no era nada verdadero y no tenía caso seguir llevando una relación que no tenía razón de ser. Por eso decidí terminar con ella.
Los dos se quedan en silencio. Matt detiene el auto.
Matt: Y bien. Ya llegamos a tu casa (Le sonríe).
Margarita: ¡Qué rápido! Me distraje hablando contigo y ni me fijé en el camino.
Matt: (riendo) Tal parece que nos entendemos muy bien, a mí por lo menos me gusta mucho hablar contigo, Margarita. Hasta mañana (Le da un beso en la mejilla).
Margarita se queda literalmente helada con el gesto de Matt y le sonríe nerviosa.
Margarita: Ha… Hasta mañana, Matt. Muchísimas gracias por haberme traído.
La joven se baja del auto. Después de que Matt arranca y se va, Margarita entra a su casa, prende las luces y se recuesta en la puerta.
Margarita: (anonadada) Me besó en la mejilla... ¡Matt me besó en la mejilla! (Sonríe muy emocionada).
Margarita se toca con delicadeza la mejilla en que Matt le dio el beso y se queda sonriendo tiernamente a la vez que emocionada por aquel detalle que ante los ojos de cualquiera podría pasar desapercibido, pero que para ella significa mucho.
Matt, por su parte, de regreso a su casa, conduce recordando su amena plática con Margarita y el momento en que le dio aquel beso en la mejilla.
Matt: (sonriendo) Me cae muy bien. Es tan tierna, tan diferente de todas…
INT. / CASA UZCÁTEGUI, COMEDOR / DÍA
Mariela se desayuna a solas en el comedor de la casa y la empleada irrumpe con el teléfono en las manos.
La empleada: Disculpe, doña Mariela. Tiene una llamada de parte del señor Morales. Dice que es importante (Le da el teléfono).
Mariela: (sorprendida) Está bien, gracias. Te puedes retirar.
La empleada se retira y Mariela se pone el teléfono en la oreja para atender la llamada.
Mariela: Buenos días, detective Morales. ¿Cómo está? (Pausa). Yo muy bien, gracias. La verdad no me esperaba una llamada suya tan pronto después de que apenas nos reunimos ayer. ¿Logró averiguar algo con la información que yo le di? (Pausa). ¿De verdad? (Pausa).
La mujer se toca con nostalgia el relicario que cuelga de su cuello.
Mariela: Me alegra mucho oír eso. Como le dije, llevo más de veinte años contratando detectives y ninguno ha dado con el paradero de Lorenza ni mucho menos con el de mi hija, pero me parece una buena idea que le siga la pista en todos los barrios de la ciudad a los que ella se ha mudado. Puede que esta vez contemos con suerte y dé con su dirección (Pausa). Sí, entiendo. Haga todo cuanto esté a su alcance, por favor. El dinero no es problema (Pausa). Muy bien, se lo agradezco, detective. Estamos hablando.
Mariela cuelga y pone el teléfono sobre la mesa mirando hacia la nada.
Mariela: Mi hija... Ojalá me alcance la vida para encontrarla y darle el abrazo que nunca pude por culpa de Lorenza que me la quitó sin razón, sin decirme nada, sin dame ninguna explicación. ¿A dónde pudiste haber ido, Lorenza? ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué me quitaste a mi hija?
La mujer se queda frustrada al hacerse esas preguntas sin respuesta a sí misma.
INT. / STYLES, PISO PRINCIPAL / DÍA
Margarita se encuentra en su puesto de trabajo mirando a la pantalla del computador y tecleando muy concentrada. Es cuando Matt aparece detrás de ella y le cubre los ojos con las manos.
Margarita: (confundida) ¿Quién es usted?
Matt: ¿Tan pronto te olvidaste de mí?
Matt aparta sus manos de los ojos de su secretaria. Ella se da la vuelta y sonríe enamorada al ver a su jefe. Él también le sonríe tierno y le acaricia el rostro con suavidad.
Margarita: Matt…
Matt: Desde anoche no he dejado de pensar en ti, Margarita. Estoy muy enamorado de ti.
Margarita: ¡Qué cosas dices! Eso no puede ser.
Margarita se voltea de nuevo para darle la espalda. Matt la gira hacia él tomándola del rostro.
Matt: Es la verdad. Mírame a los ojos para que sepas que no te estoy mintiendo y dime si tu no sientes lo mismo por mí.
Margarita: (ilusionada) Sí, te amo con toda el alma. Por eso yo jamás me olvidaría de ti.
Matt: Yo tampoco, Margarita…. Yo tampoco…
Matt se inclina y acerca sus labios a los de Margarita de manera que ambos se funden en un beso lento durante algunos segundos. La escena se esfuma cuando se escucha un despertador sonando sobre una mesita de noche. Margarita abre los ojos y se sienta alertada en la cama.
Margarita: (frustrada) ¡Chispas! ¡Estaba soñando! (Apaga el despertador). Era tan bonito, pero ni modo (Mira la hora). Lo mejor es que me apure a tomar un baño para irme pal’ trabajo.
La joven se levanta apurada de la cama y se dirige al baño, pero no tiene los lentes puestos y camina como si estuviera ciega.

Usa un simplón pijama blanco que le llega hasta los pies, por lo que, en un momento dado, lo pisa y cae hacia adelante. Minutos después, Margarita sale de su casa para tomar el bus y mientras camina por la acera se encuentra con Armenteros.
Margarita: (alegre) Padre, buenos días. ¿Cómo le va?
Armenteros: Buenos días, hija. Estoy bien y mejor que tú por lo que veo. Estás radiante.
Margarita: ¿Cómo no si tengo un buen trabajo, mi mamá está más repuesta del infarto que sufrió hace unos días y…?
Armenteros: ¿Y qué? ¿Qué más ibas a decir?
Margarita: (sonriendo avergonzada) Es que no sé si le debería contar algo así. Me da pena.
Armenteros: Margarita, por Dios. Nos conocemos desde hace años. ¿O es que no me tienes confianza después de tanto tiempo que hemos sido amigos?
Margarita: ¡Claro que sí, padre! ¿Cómo no? Pero me quiero evitar un regaño suyo después de que me recomendó una vez que me dedicara a la vida religiosa ya que no tenía novio.
Armenteros: (riendo) Eso fue por molestar, muchacha. Te crees todo, pero, ¿qué tiene que ver eso que te dije?
Margarita: ¡Ay padre! Es que… se trata de mi jefe allá en la empresa. ¡Estoy enamoradísima de él como usted no se imagina!
Armenteros esboza su sonrisa al escuchar a Margarita y recuerda brevemente su conversación con Lorenza en el hospital.
FLASH BACK
Lorenza: Debe haber alguna manera, además el que Margarita esté trabajando tan cerca de Mariela tampoco es la solución. Lo único que eso está causando es más problemas.
Armenteros: (extrañado) ¿Qué problemas?
Lorenza: (preocupada) Me contó que en su primer día trabajando allá se enamoró de un tal Matt, el hijo de Mariela y del hombre con el que ella se casó.
FIN DEL FLASH BACK
Margarita: (extrañado) ¿Qué pasó, padrecito? ¿Por qué se quedó callado?
Armenteros: ¡Por nada, por nada! Es solo que me sorprende que hables de amor si apenas te conociste con ese hombre hace unos días.
Margarita: Yo sé, pero me ha sido inevitable. Tiene un porte, una elegancia y es tan guapo, tan caballeroso, tan amable con decirle que anoche me trajo hasta mi casa.
Armenteros: (incómodo) Me parece que estás confundiendo tus sentimientos, Margarita. El amor no es una cosa que surja así de la nada.
Margarita: ¿Por qué no? ¿O usted no cree en el amor a primera vista?
Armenteros: Esas son cosas de películas y novelas. La vida real es muy diferente. Lo que sientes por tu jefe debe ser admiración.
Margarita: Yo no creo que lo estoy sintiendo por él sea admiración como usted dice, sino también sentiría lo mismo por usted, por mi mamá o hasta por doña Mariela que me ha caído muy bien. Lo que siento por Matt es más bonito, más fuerte, padre…
Armenteros: (negando con la cabeza) Como sea, lo mejor es que no te hagas ilusiones con imposibles. Piensa bien las cosas antes de que te hagas daño.
Margarita esboza su sonrisa confundida ante las palabras del sacerdote. Éste la mira con preocupación.
INT. / CABAÑA ABANDONADA / DÍA
Erick está despierto, con la mirada ida, acostado en una modesta cama, bocabajo y semidesnudo, con varias contusiones notables en su rostro, las muñecas maltratadas y las piernas con morados. También tiene las manos amarradas con una soga. Eugenio está sentado a un lado de la cama amarrándose los cordones de los zapatos, mientras se fuma un cigarrillo y mira hacia su rehén.
Eugenio: (quitándose el cigarrillo de la boca) Fue una noche espectacular, ¿no te parece? (Le acaricia la espalda).
Erick no responde nada. Eugenio sonríe con picardía y se levanta de la cama mientras arroja al cigarrillo al piso y lo apaga con uno de sus zapatos.
Eugenio: Esta noche vuelvo con los boletos para que mañana viajemos a Francia. No tienes por qué hacerlo todo tan difícil.
Erick: (indiferente) ¡Vete a la mierda!
Eugenio sólo sonríe por el insulto de Erick.
Eugenio: Ya me voy. Vuelvo más tarde y antes de que te molestes en intentar escapar, déjame decirte que voy a dejar la puerta bajo llave y tampoco se te ocurra gritar. Estamos en medio de la nada y nadie te va a oír.
Eugenio le sonríe con burla a Erick y sale de la cabaña dejando la puerta con llave tal como se apresuró a decir. Una vez que Erick se queda a solas, derrama un par de lágrimas y tiene un recuerdo de niño.
FLASH BACK
PARÍS, FRANCIA
Erick y su madre van caminando por las calles de París. Él va tomado de la mano de ella y se detienen frente a una tienda de animales.
Erick: ¡Mami, mira ese gatito que hay allá! (Se lo señala a través del vidrio). ¡Yo lo quiero!
La mamá: Hijo, no podemos comprarlo, lo siento. A tu padre no le gustaría y recuerda que él es alérgico al pelo de los animales.
Erick: ¡Pero yo lo quiero! (Hace un puchero). Te prometo que lo voy a tener escondido en mi cuarto y papá no lo va a ver. S’il vous plaît! (¡Por favor!).
La madre de Erick se queda unos segundos pensativa.
Mamá: Está bien. Lo vamos a comprar (Le sonríe a su hijo).
Erick: (emocionado) Génial! (¡Genial!).
Mamá: Pero no lo vas a tener escondido en tu cuarto. Yo hablaré con tu padre para que lo reciba sin problema y lo tendremos en el jardín.
Erick: Merci beaucoup, mamam! Je t'aime! (¡Muchas gracias, mamá! ¡Te amo!).
Erick abraza a su mamá con ternura y ella no deja de sonreírle apaciblemente.
FIN DEL FLASH BACK
Erick deja de recordar para luego tener otro recuerdo más previo de su vida, de hace dos años.
FLASH BACK
Erick toca desesperado la puerta del despacho de su padre y gira la perilla, pero está con seguro. El joven no viste con tanta elegancia y refinamiento como en la actualidad, sino más bien informal.
Erick: (tocando) Papa, ouvre la porte, s'il vous plaît! (¡Papá, abre la puerta, por favor!).
En ese momento se escucha un disparo que proviene del interior del despacho y Erick abre atónito los ojos. Unos segundos después, llega una empleada con una llave. Él se le arrebata y abre la puerta encontrándose en primer plano con una escena que lo desgarra.
Erick: (gritando) Papa!
El padre de Erick se encuentra sentado en el sillón, muerto, con los ojos abiertos y con una herida de bala en la frente. Erick no duda en correr hacia el hombre y abrazarlo mientras llora desesperado.
Erick: (a la empleada) Appelez une ambulance! Rapide! (¡Llama una ambulancia! ¡Rápido!).
La empleada sale apresurada del estudio para llamar al hospital.
FIN DEL FLASH BACK
Unas cuantas lágrimas caen de los ojos del joven, sin embargo, sigue teniendo más recuerdos.
FLASH BACK
Erick sale a presentar un show en una especie de club privado en cuyo público sólo se pueden observar hombres mayores. Tiene maquillaje cargado estampado en el rostro y está semidesnudo, pero usa un abrigo largo de color azul brillante que lo cubre. Minutos después de su extravagante presentación, Erick entra a un cuarto oscuro sólo iluminado por una lámpara. En la cama hay recostado un señor que lo mira con lascivia.
Hombre: (con acento español) ¿Qué esperas, crío? Termina de quitarte todo de una buena vez que no vive desde tan lejos para nada
Erick, con una expresión seria en el rostro, no ve de otra que obedecer y empieza a desvestirse.
FIN DEL FLASH BACK
Luego de esa serie de recuerdos, Erick empieza a llorar desconsolado en esa misma posición, acostado en la cama bocabajo, hasta que llega un momento en que se ahoga en su propio llanto y comienza a vomitar compulsivamente mientras se aferra de las sábanas con dificultad.
INT. / CASA CHARLES, HABITACIÓN DE ISABELA / DÍA
Adrián, el hombre que Isabela atropelló la noche anterior, empieza a despertar aturdido sobre la cama. En el fondo se escucha el sonido de la ducha y a Isabela cantando.
Adrián: ¿Dónde estoy? ¿Cómo llegué aquí? (Se toca la cabeza).
El hombre mira para los lados e intenta levantarse de la cama mientras continúa tocándose la cabeza. Camina un tanto mareado y en ese momento Isabela sale cantando del baño, envuelta en una toalla que cubre su cuerpo y con otra sobre su cabeza. Ésta deja de cantar en cuanto lo ve y ambos se miran muy sorprendidos.
Adrián: Buenos días.
La diva no se da la espera para pegar un grito de forma muy cómica asustando a Adrián.
Isabela: (gritando) ¡Oh santo cielo! ¡Un violador, un violador!
Adrián: (alertado) ¡Espere, señora! ¡Cálmese! ¡Yo no soy ningún violador!
Pero Isabela no escucha y se echa a correr por toda la habitación mientras grita histérica. Adrián se acerca a ella para tranquilizarla y la acorrala, por lo que Isabela toma la lámpara de su mesita de noche y con ella lo amenaza.
Isabela: ¡No te atrevas a tocarme, culi sucio del demonio o no respondo de mí! Tengo un arma contundente y sé cómo usarla.
Adrián: Está bien, quédese tranquila. Yo no le voy a hacer nada (Se acerca lentamente a ella).
Isabela suelta la lámpara y empuja a Adrián con sus manos para salir corriendo, pero en el intento ambos se caen al piso y se quedan mirando a los ojos unos cuantos segundos. Es cuando Eloísa entra a la habitación acompañada por una empleada y se echa para atrás al encontrarse con semejante escena al tiempo que lleva una mano al pecho.
Eloísa: (exaltada) ¿Qué está pasando aquí?
INT. / STYLES, PISO PRINCIPAL / DÍA
Mariela se baja del ascensor con dirección a su oficina cuando es abordada por su hijastro. Cerca de ellos, hay una encargada del aseo que trapea el piso.
Mariela: (sorprendida) ¡Vaya! Madrugaste hoy.
Matt: Tengo mucho por hacer y créeme que prefiero madrugar a quedarme hasta tarde en la oficina con trabajo pendiente. ¿Has visto a Erick?
Mariela: (extrañada) Ahora que me lo preguntas, no. No lo he visto desde ayer que tuvo una discusión con Isabela. ¿Por qué?
Matt: Porque yo tampoco lo he visto y anoche se quedó esperándome en el parqueadero para que nos fuéramos juntos como hemos hecho en estos días, pero con tantas cosas en la cabeza se me pasó y a la que terminé llevando a su casa fue a Margarita.
Mariela: Tal vez se molestó por eso, quién sabe, porque anoche no bajó al comedor para cenar y esta mañana tampoco bajó para desayunar.
Matt: ¿Qué tal si nunca llegó a la casa por sí solo y se perdió? Erick no conoce bien la ciudad.
Mariela: Si no se perdió cuando llegó de Francia y nos encontró, dudo que se haya perdido esta vez por haberse ido solo. Debe estar por llegar.
Matt: (pensativo) Espero que sí.
Mariela: En todo caso, si sabes algo, me cuentas. Yo me voy para la oficina.
Matt: Está bien, nos vemos.
Mariela se dirige para su oficina tal como dijo y Matt se queda pensativo. Margarita llega en ese momento bajándose del ascensor y sonríe emocionada al ver a Matt a lo lejos.
Margarita: ¡Matt, hola!
Matt se da la vuelta y ve a Margarita saludándolo con la mano. Él le sonríe, pero Margarita no se fija al caminar y termina tropezándose con un balde lleno de agua resbalándose en el acto.
Margarita: (gritando) ¡Ah!
Matt: (preocupado) ¡Margarita! (Corre hacia ella y la ayuda a levantarse). Margarita, ¿estás bien?
Margarita: (adolorida) ¡Auch! Sí, sí… Estoy bien, no te preocupes.
La muchacha se toca con una mano las nalgas suavemente aún adolorida y Matt termina de ayudarla a incorporarse.
Matt: (a la empleada) Ponga más cuidado la próxima vez, por favor y no deje baldes por ahí.
La empleada: (apenada) Sí, joven. Disculpen los dos, no va a volver a pasar.
Matt: (a Margarita) ¿De verdad te encuentras bien?
Margarita: Sí, Matt, mil gracias. No fue nada de gravedad, pero mira nomás… Me mojé toda al caerme.
Matt se apresura a buscar algo entre sus bolsillos, luego hurga entre su saco logrando encontrar un pequeño pañuelo blanco y se acerca a Margarita para limpiarle con delicadeza un lado de la cara.
Margarita: (anonadada) ¿Qué haces?
Matt: Te salpicaste unas goteras en la cara, pero ya está. Toma, ve al baño y termina de limpiarte.
Matt le da el pañuelo a la secretaria, quien continúa anonadada luego de aquel detalle al punto que no le recibe el pañuelo y le rehúye la mirada.
Matt: (extrañado) ¿Te pasa algo?
Margarita: (reaccionando) No, no, nada. La caída me dejó medio atolondrada, pero estoy bien.
Matt: ¿Estás segura?
Margarita: Sí, Matt. Gracias por tu preocupación. Yo mejor voy al baño a limpiarme un poco el uniforme y vuelvo enseguida para que nos pongamos a trabajar.
Margarita se retira algo apresurada dejando extrañado a Matt. Una vez ella entra al baño, se mira en el espejo y aprieta entre sus manos el pañuelo.
Margarita: ¡Ay Dios mío! ¿Qué voy a hacer? Tengo que aprender a controlarme. Yo no me puedo poner así cada vez que esté cerca de ese hombre. ¡No puedo!
La muchacha mira el pañuelo y recuerda brevemente su conversación con Armenteros. Luego, vuelve a mirarse en el espejo un tanto desilusionada y se acomoda los lentes.

Margarita: (suspirando) De todas maneras, aunque trate o no de controlar lo que siento, ¿en qué van a cambiar las cosas? Matt es un imposible para mí. Dudo mucho que él se llegue a fijar en mí alguna vez...
CONTINUARÁ...
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